LCL Nro. 79

HUALIMPARAHUALIMPALIHUÉ en la Facultad de Derecho de la UBA

Mario Elffman
Por Mario Elffman 11 mayo, 2020
En mis clases universitarias, yo utilizaba métodos de provocación a la necesidad de reacción o de respuesta de mis alumnos, sacarlos de la pasividad receptiva de que cuanto dijera el profesor era verdad jurídica, o ni siquiera superara la abulia de quien oye sin escuchar.
A veces me convertía en abogado del diablo, y defendiendo el sacrosanto derecho de las empresas para sostener e incrementar su cuota de ganancias, por lo menos excitaba alguna respuesta, así fuera la de extrañeza. Otras, utilizaba algunos métodos de reducción al absurdo, para forzar los razonamientos lógicos hasta el punto de convertir lo irracional en hipotéticamente admisible.
Para ese propósito, hace muchos años, comencé a utilizar un ‘modelo’ que me había servido y me seguía sirviendo para la creación cotidiana de cuentos y relatos para mis hijos y luego para mis nietos. Era el de una ínsula muy singular, de características sociales y humanas muy particulares, que se llamaba (o se sigue llamando en sus memorias) HUALIMPARAHUALIMPALIHUÉ, donde los habitantes eran (o son) los MURIÑANDUPELICASCARIPLUMAS, y donde la única autoridad visible era (es) JUANCITO, asesorado por un consejo innominado, rodeada de un mar de leche, en la que la lluvia es de sopa, y que solía (suelo) visitar, siempre a pedido de Juancito tras su eterno ¡estoy desesperado!, y el planteo de un problema que requiere de mi apoyo. Para los niños, la explicación de mis viajes contenía un elemento adicional de irrealidad, el de llegar  montado sobre la ballena PANCRACIA, que desde la nada pasó a ser un personaje necesario en cada historia.
Un buen día decidí intentar un traslado de ese escenario a la docencia para alumnos de abogacía, y en algunos casos para graduados y participantes de carrera docente o de especialización en derecho del trabajo y de la seguridad social, adecuando la temática a la de un Estado cuya característica político-jurídico-social era (es) la de que en él el único medio de control social, EL ÚNICO, era (es) el derecho. No hay otras mediaciones superestructurales, por fuera de lo que la norma indique y exija, no hay un impacto de otras formas de regulación, ni siquiera las ideológicas o religiosas.
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